Ministero per i Beni
e le Attività Culturali

Soprintendenza per i Beni Archeologici
dell'Emilia Romagna

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Museo Archeologico Nazionale Sarsinate

Guía didáctica

  Historia de Sarsina antigua
  Los hallazgos en la ciudad
  El Museo Arqueológico
  Las excavaciones en Pian di Bezzo
  Topografía de la necrópolis
  Tipología de los sepulcros
  Los ritos fúnebres Romanos
  Las divinidades orientales
  Las murallas

 

 

HISTORIA DE SARSINA ANTIGUA

Las fuentes antiguas (Polibio, Livio, Plinio, Marcial) y los hallazgos arqueológicos, sobre todo los textos epigráficos presentes en los monumentos públicos y sepulcrales, han consentido trazar las líneas esenciales de la historia del municipio romano de Sarsina.

En el IV siglo a.C. pueblos umbros (Umbri Sapinates), ya presentes en el valle del Savio desde el siglo VI, se stablecieron en el área correspondiente a la ciudad actual. Ocuparon la terraza fluvial que dominaba el valle, importante punto natural de enlace entre el valle del Po y la costa adriática al norte, el Casentino y la Val Tiberina al sur y el valle del Marecchia al este.

El primer núcleo urbano surgió, en la segunda mitad del IV siglo a.C., al lado de la actual Piazza Plauto (área del ex-Seminario) y comprendía sencillos edificios de madera con pequeñas instalaciones artesanales. En 266 a.C. después de dos difíciles campañas de guerra, Sarsina fue sometida por los Romanos que, de toda forma, garantizaron a la ciudad una cierta autonomía, y le confirieron el estatuto de civitas foederata (ciudad aliada). En consecuencia de eso, en 225 a.C., durante la guerra entre Galos y Romanos, los Sassinates, juntos con los Umbros, proveeron a los Romanos de 20.000 soldados.

En este periodo  (254 a.C.) nace el gran comediógrafo y poeta Tito Maccio Plauto.

A mediados del I siglo a.C., la ciudad integrada ya en el estado romano como municipium, fue reorganizada de un punto de vista arquitectónico y urbanístico y fue dotada de solidas murallas.

Fundamental para su aspecto social y económico fue la presencia de libertos, a menudo de origen oriental que dieron un nuevo impulso a la vida de la ciudad.

En la época de Augusto el municipio fue incluído en el distrito administrativo de la Regio VI (Umbria) en lugar de la Regio VIII, en confirmación de su origen umbra. En la edad imperial, hasta el III siglo d.C. Sarsina gozó de un notable desarrollo, basado en una próspera agricultura y en las relaciones comerciales con el puerto de Ravena. Una prueba de la floreciente vida económica de Sarsina son las referencias, en los textos sepulcrales, a la presencia de las corporaciones de los fabri (artesanos), de los centonari (fabricantes de tejidos), de los dendrophori (carpinteros), y de los muliones (muleros).

A finales del III siglo d.C., Sarsina sufrió violentas devastaciones, tal vez por parte de pueblos bárbaros, como podemos hipotetizar por los signos evidentes de incendios en los pavimentos de algunas viviendas. A estas devastaciones siguió un periodo de decadencia y estancamiento.

Entre el III y el IV siglo Sarsina tuvo su primer obispo, Vicinio, que es actualmente el santo-patrón de la ciudad. Incursiones ulteriores, tal vez por parte de los Visigodos, remontan al periodo entre el año 409 y el 470, mientras que en 757 fue sujetada al Exarcado. En el siglo X fue erigida la Catedral románica que representó el punto de gravitación de la vida de la ciudad.

 


LOS HALLAZGOS EN LA CIUDAD

 Sarsina antigua nació y se desarrolló en la misma área ocupada por la ciudad actual. Como por todos los núcleos urbanos pluriestratificados, las ocasiones de investigaciones arqueológicas dependen casi siempre de las oportunidades ofrecidas por obras de urbanización. Por eso las excavaciones sufren las consecuencias de los límites impuestos por las estrcturas más recientes que se superponen e impiden investigar libremente los restos de abajo.
A pesar de esto, los varios hallazgos arqueológicos en numerosos puntos de la ciudad han permitido reconstruir, en líneas generales, el orden urbanístico de Sarsina a partir de su nacimiento. 

Excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los años Ochenta en el área del ex-Seminario han permitido hallar algunas estructuras del primer asentamiento estable de la fase umbra (IV siglo a.C.), constituido por cabañas de madera con pequeñas instalaciones artesanales; las estratificaciones evidenciadas en otros puntos de la ciudad han confirmado su desarrollo en la misma área ocupada por la ciudad romana. A lo largo del I siglo d.C. , tras la adquisición del estatuto de municipium, fue llevada a cabo una incisiva renovación urbanística, planeada sobre la base de una regular y específica distribución de los espacios.

Fundamental en el plan urbanístico fue el trazado de la red viaria, formada por ejes rectilineos que se cruzaban ortogonalmente. Este plan urbanístico está atestiguado por el descubrimiento de restos de adoquinados, de aceras y del trazado de grandes alcantarillados (una parte de estos se puede ver en el centro de la sala).
Las diferentes manzanas, en forma rectangular, eran de diferente extensión, adaptandose a las variaciones altimétricas del terreno.
A mediados del I siglo d.C. la ciudad fue rodeada de murallas de bloques de arenisca, con la función de defensa y delimitación del territorio.

Centro social y político de la ciudad era el foro, que sólo en parte corresponde a la actual piazza Plauto. Ubicada en correspondencia de un cruce de la antigua via sarsinate que entraba en la ciudad, la plaza se extendía de norte a sur por aproximadamente 120 m. Por lo menos dos son los niveles de pavimentación hallados: el primero es de losas de arenisca y remonta a la época republicana; el segundo, de losas de mármol de Verona cuidadosamente escuadradas y dispuestas con regularidad, remonta a mediados del I siglo d.C. 
Alrededor del foro gravitaron los complejos públicos, civiles y religiosos más importantes de la ciudad, mientras que las viviendas se encontraban en las varias manzanas. Entre los edificios públicos, los restos más significativos han sido hallados en el área del ex-Seminario y están superpuestos a otras estructuras umbras; probablemente se trataba de un edificio comercial, tal vez un mercado.

La basíilica o la curia (lugares donde se administraba la justicia) probablemente estaban situados en la zona noroeste de la ciudad, mientras que dos balnearios se encontraban uno en el área del ex-Foro boario, sobre los restos de una domus de edad republicana, el otro en proximidad de via Linea Gotica.
Numerosas epígrafes, en monumentos eregidos en honor de la familia imperial, con dedicatorias a Nerva y Traiano, nos confirman un plan de renovación de la ciudad llevado a cabo, entre finales del I siglo y los comienzos del II siglo d.C., periodo durante el cual la ciudad gozaba de una particular vivacidad económica y civil (sala VI).

Por lo que concierne los edificios religiosos, estructuras arquitectónicas, columnas y otros materiales pertenecientes a un templo han sido hallados en el área del ex-Campo Sportivo. Desde la misma área vienen unos exvotos de bronce del III siglo a.C., pertenecientes a un templete votivo y que indican la presencia de un lugar de culto de tradición umbra.

Los restos de un segundo edificio religioso han sido descubiertos en vicolo Aurigemma, no lejos del margen norte-occidental del foro. Estos restos comprueban la existencia de un complejo monumental dedicado a varias divinidades italicas y griegas, hecho construir a los comienzos del II siglo d.C. por Cesio Sabino, un acaudalado ciudadano de Sarsina.

Un último complejo monumental muy importante estaba ubicado en la zona sur-occidental de la ciudad; sobre la base de las estatuas halladas, podemos decir que probablemente se trataba de un santuario dedicado a cultos orientales.
Por lo que concierne las viviendas, Sarsina ha ofrecido numerosos hallazgos, constituidos principalmente por fragmentos arquitectónicos o por aisladas secciones de pavimentación, que se pueden datar entre el I siglo a.C. y el II d.C.
En cambio destacan dos complejos ubicados en via Finamore y en el ex-Foro Boario, al lado del Museo: se trata de dos ejemplos de domus itálica, caracterizada por la presencia de un zaguán con pozo.

Entre finales del II siglo y el principio del III siglo d.C. en las viviendas de via Finamore, los cuartos más importantes por la vida social de la familia, probablemente los triclinios (comedores) tenían como pavimentos valioso mosaicos polícromos con representaciones de escenas dionisíacas (sala V y E); las viviendas fueron destruidas por un incendio que a finales del III siglo d.C. devastó un entero barrio de Sarsina. Este barrio no volvió a ser construido, signo, esto, de la crisis de la ciudad.
En otras zonas periféricas, surgieron viviendas generalmente más humildes, a veces con instalaciones artesanales (han sido hallados hornos, pilas y tejares); estas actividades artesanales de gestión familiar, juntas con otras actividades comerciales tenían que integrar eficazmente la economía local, que se basaba principalmente en la agricultura y en la cría del ganado.

 


EL MUSEO ARQUEOLÓGICO (panel 2 sala II)

El Museo Arqueológico Nacional de Sarsina, como se presenta hoy, es el fruto de obras estructurales y de la reordenación actuada en los últimos 15 años, tras varias fases de ampliación.

El primer núcleo expositivo del museo, denominado "M. A. Plauto", fue de hecho instituido en el año 1890, por el arqueólogo de Forlì Antonio Santarelli y gracias a la Administración Municipal de entonces. En el interior de las dos actuales primeras salas fue colocada una rica colección de inscripciones romanas, de carácter público y fúnebre, halladas ocasionalmente a lo largo de los siglos, en la ciudad y en su cercanías. Estos restos habían sido recogidos, a partir del 1600, por los estudiosos y los aficionados a la historia local.Entre ellos destaca sin duda el erudito canónigo de Sarsina Filippo Antonini que primero nos dejó una descripción orgánica de 35 documentos epigráficos conservados entonces en la Catedral o en casas particulares. 

Luego el museo recibió regularmente todos los restos arqueológicos hallados en las varias excavaciones que permitieron delinear una primera fisionomía de la ciudad. El incremento mayor a la colección del museo pero fue determinado por los materiales procedentes desde la necrópolis romana de Pian di Bezzo, investigada regularmente a partir del año 1927 hasta 1939.
Aquí se encontraron excepcionales e imponentes monumentos funerarios que requirieron una ampliación de los espacios expositivos: de 1927 a 1950 toda la planta baja fue ocupada por la colección.
Muy importantes durante esos años fueron los estudios de Traiano Finamore, Conservatore Onorario del museo hasta los años Setenta, que organizó y dirigió todas las fases de reconstrucción y colocación de los monumentos fúnebres.

El museo, en el año 1957 fue adquirido por el Estado, cambió su nombre en "Museo Archeologico Sarsinate" y fue ampliado con la construcción de una nueva sala (sala V) y la progresiva ocupación de la primera planta.
Desde 1966 hasta 1976 el museo fue reorganizado bajo la dirección de Gino Vinicio Gentili, Antonio Veggiani y Giancarlo Susini. Este último, en particular, estudió e interpretó todo el patrimonio de las epígrafes de Sarsina, dejandonos una fuente excepcional de datos y descripciones útiles para la reconstrucción de la historia política y social de la ciudad.
En conclusión, en los años Ochenta, gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Sarsina, la Soprintendenza per i beni Archeologici de Emilia-Romagna ha ampliado aún más los espacios expositivos (sala del mausoleo de Rufus); esta restauración, llevada a cabo bajo la dirección científica de Jacopo Ortalli, ha permitido recomponer totalmente los principales monumentos fúnebres romanos y llegar a la actual colocación de las colecciones. 

 


LAS EXCAVACIONES EN PIAN DI BEZZO (panel 3 sala III) 

En la historia de la arqueología de Sarsina el puesto de honor pertenece seguramente a las excavaciones que han permitido descubrir la necrópolis romana más importante, una de las más significativas en la Italia del norte, por lo que concierne la tipología de los sepulcros.

Entre 1927 y 1933 excavaciones arqueológicas sistemáticas llevadas a cabo por la Soprintendenza Archeologica de Emilia-Romagna, y dirigidas por Salvatore Aurigemma permitieron hallar un sector de la necrópolis romana que se había desarrollado a partir del I siglo a.C. en Pian di Bezzo. La zona se encuentra, en línea recta, a menos de 2 Km de distancia del centro de la ciudad, a lo largo de un trecho de una antigua carretera, en el margen derecho del río Savio.

A los principios del III siglo d. C. un desprendimiento de tierras, quizás causado por un terremoto, obstruyó el curso del río y determinó la inundación de toda el área. Varios metros de yacimientos de aluvión protegieron durante siglos las tumbas que estaban situadas allí. La sucesiva erosión fluvial descubrió, durante los siglos, lápidas y partes arquitectónicas de monumentos fúnebres.

La decisión de efectuar investigaciones sistemáticas fue determinada por las obras de creación de un dique artificial proyectado por la Società Idroelettrica dell'Alto Savio.

Las investigaciones arqueológicas se extendieron sobre un área de aproximadamente 3000 m2.

Las primeras excavaciones permitieron hallar los restos del Mausoleo de Rufus, revelando, además, la inédita presencia de una carretera, a lo largo de la cual estaban situadas las tumbas.

Aunque en 1939 y en 1951, dos ulteriores sondeos hayan confirmado la ausencia de otras sepulturas monumentales, en 1981-4 la Soprintendenza recomenzó, bajo la dirección de Jacopo Ortalli, la exploración de un sector ubicado a 30 m. al este de las excavaciones precedentes. Aquí encontraron un nuevo trecho de carretera de guijarros, flanqueada en la parte sur, por un canal de desagüe. Este canal separaba la carretra de un campo donde han sido halladas una veintena de sepulturas (casi todas cremaciones) y recuperadas tres estelas.

La moderna metodología de investigación estratigráfica además ha permitido registrar una serie de datos relativos al ritual fúnebre, completando, de esta manera, el conocimiento de aspectos fundamentales para comprender el entero conjunto sepulcral.

La recomposición de los excepcionales monumentos funerários de la necrópolis de Pian di Bezzo es el resultado de una intensa obra de restauración e integración, que empezó durante las excavaciones, continuó en el momento de la colocación en el museo y terminó con la actual fase expositiva.
Preliminares y fundamentales para una correcta reconstrucción e integración de los restos fueron los esmerados estudios de los monumentos en su lugar de descubrimiento y las sucesivas elaboraciones gráficas llevadas a cabo por Traiano Finamore (diseñador de la Soprintendenza durante las excavaciones, luego Conservatore Onorario del Museo de Sarsina hasta 1970)

Sin embargo, hasta los años Noventa, los monumentos colocados en el museo no pudieron ser expuestos en su totalidad. La única excepción fue el mausoleo de Obulacco, recompuesto ya en los años Treinta en el parque público de la ciudad y devenido sucesivamente monumento conmemorativo a los Caídos.
Por eso, los dibujos de Finamore fueron los primeros y por mucho tiempo los únicos puntos de referencia interpretativa para comprender la tipología de expresión y la costumbre funeraria de la antigua Sarsina.

Con las últimas obras de ampliación, posibles gracias a la cesión del terreno por parte del Ayuntamiento, hemos podido reconstruir el mausoleo de Rufo y el mausoleo de Peto, llegando a la actual colocación.
Durante las complejas fases de reconstrucción han sido igualmente fundamentales los dibujos de Stanislav Kasprzysiak y las obras de restauración de Uber Ferrari. 

 


TOPOGRAFÍA DE LA NECRÓPOLIS

A partir de la edad republicana, la prohibición de enterrar los difuntos dentro de la ciudad determinó, durante la planificación urbanística, la colocación de los cementerios en zonas más externas del núcleo urbano, especialmente a lo largo de las carreteras principales de acceso a la ciudad (sobre todo por lo que concierne las sepulturas monumentales).

La posición de las tumbas, junto con el valor arquitectónico y epigráfico, expresaba de hecho el deseo de autocelebración de los individuos. Detrás de los grandes monumentos fúnebres se encontraban las sepulturas más modestas, casi siempre sin estructuras arquitectónicas externas de reconocimiento. 
En una necrópolis, estas últimas eran seguramente las más numerosas ya que la función celebrativa de las sepulturas fue característica de un periodo bastante breve y concernía sólo personas de un nivel social alto.

Generalmente las tumbas más antiguas eran las que ocupaban el trecho de carretera más cercano a la ciudad; grupos de sepulturas, aunque de épocas distintas, podían pertenecer a miembros de un mismo núcleo familiar o de un mismo nivel social. 

En Sarsina los arqueólogos han hallado dos áreas sepulcrales: la primera, al norte de la carretera suburbana, estaba formada por tumbas muy simples. La necrópolis meridional de Pian di Bezzo, en cambio, conservaba excepcionales monumentos en colocación escenográfica: de hecho, esta zona, relativamente llana, estaba enmarcada por un agradable paisaje natural con matorrales que rozaban las tumbas.

Excavaciones sistemáticas han subrayado la colocación a lo largo de la carretera de prestigiosas e imponentes estructuras sepulcrales, alternadas con estelas y altares funerarios. Las tumbas más imponentes, que se pueden datar entre finales del I siglo a. C. y mediados del I siglo d.C. (periodo de afirmación de la clase dirigente local) se reunían en un trecho de una decena de metros, cerca de la carretera. Durante el I y el II siglo d.C. el área siguió siendo utilizada y se ocupó progresivamente la parte más lejana con respecto al centro de la ciudad. Al mismo tiempo, las tipologías sepulcrales fueron redimensionadas: la sepultura ya no tenía una función auto- conmemorativa.

En la necrópolis de Pian di Bezzo han sido hallados también grupos de sepulturas correspondientes a núcleos familiares, como por ejemplo, la zona cerca del mausoleo de Verginius Paetus.

Otro agrupamiento significativo que remonta a finales del II siglo d.C. es el de los difuntos que pertenecían al collegium de los muliones. Este grupo se puede reconocer gracias a una estela que, ubicada en el último sector investigado, menciona el locus (parcela sepulcral) destinado a los muleros de Sarsina.

 


TIPOLOGÍA DE LOS SEPULCROS

La monumentalización del locus saepolturae fue considerada por mucho tiempo un medio eficaz de comunicación social.

La forma, el tamaño, el aparato figurativo de los monumentos fúnebres conmemoraban el recuerdo del difunto.

La necrópolis de Pian di Bezzo se distinguía por la extrema variedad de las sepulturas. Veinte-cinco tumbas de noventa y dos presentaban monumentos de tipologías diferentes:

- un sepulcro de ladrillos de cámara hipogea abovedada;

- un  monumento de tambor cilíndrico con base cuadrada de guijarros y cuerpo redondo revestido de ladrillos;

- dos monumentos de forma cúbica, de arenisco, adornados con un friso dórico, un monumento muy deteriorado y el monumento de Verginius Paetus reconstruido en la sala IV;

- cinco mausoleos en forma de templete con cúspide piramidal compuestos por 3 distintos cuepos arquitectónicos: una base cuadrada con frisos; una estructura central con columnas y la rafiguración de una puerta; una cobertura piramidal que termina con un cinerario sustentado por una gran capitel.
Dos de estos cinco monumentos, sin embargo, han sido hallados en fragmentos (sala IV); imponente es en cambio el mausoleo de Rufus (m. 14,13 de altura) colocado en la nueva ala de la sala V. 

Otro precioso ejemplo de esta tipología de monumentos es el mausoleo de Obulacco, reconstruido entre 1936 y 1938 en el parque en la entrada de la ciudad, mientras que del mausoleo de Oculatio, hijo de Obulacco - inacabado - nos queda la base (sala V).

Este tipo de monumento, de origen helenístico y muy difundido en el mundo romano, tenía como función la máxima celebración del difunto.
Además de estos grandes monumentos, los arqueólogos han recuperado otros tipos de piedras tumbales como altares, cipos y estelas, correspondientes a modelos ampliamente difundidos en la edad imperial.Una atención particular merecen las estelas en forma de puerta o de templete.

En todas hay una inscripción con los datos personales del difunto, muchas veces acompañados por el nombre de las personas que habían predispuesto la sepultura. En otros casos las inscripciones podían contener la profesión o los cargos civiles o militares ocupados por el difunto, abreviaturas o expresiones de cariño.
Entre las numerosas inscripciones sepulcrales de la ciudad destacan el testamento grabado en la estela de Cetrania Severina (sala I) y la inscripción en el cipo de Oratio Balbo (sala III), como atestación de normas jurídicas de derecho privado. A lo largo del II siglo d.C., al afirmarse de los nuevos cultos religiosos de origen mediterráneo y oriental, las sepulturas más modestas, sea las inhumaciones sea las cremaciones, utilizaron a menudo, como elementos externos, guijarros o piedras que, juntos con los cuellos de las ánforas, permitían reconocer en la superficie las distintas sepulturas, para poder practicar los periódicos rituales funerarios.

 


LOS RITOS FÚNEBRES ROMANOS

A finales del I siglo a. C. , después de la romanización del territorio regional, el culto funerario fue modificado sensiblemente. Se abandonó la práctica de la inhumación, típica de los pueblos itálicos y se adoptó la incineración, ya difundida en Roma.

La inhumación volvió a imponerse en la segunda mitad del II siglo, como consecuencia de transformaciones religiosas. Los dos rituales (inhumación e incineración), de toda forma, pudieron convivir.
El ritual de la inhumación era el más simple: el cadáver era puesto supino, a veces en una caja de madera y luego en una fosa, en otros casos podía ser protegido por una estructura de tejas a dos aguas (copertura a la "cappuccina"), en cajas de ladrillos o más raramente en sarcófagos de mármol.

Más complejo era el ritual de la incineración, dividido en dos tipologías:

- cremación directa (bustum); el difunto, puesto sobre un tabique de madera o sobre un lecho fúnebre y acompañado a menudo por objetos personales o joyas, era quemado en el interior de la fosa; los restos de la hoguera eran cubiertos frecuentemente con ladrillos. En algunos casos, se procedía al "ossilegium", es decir la criba de los huesos que eran puestos en la urna cineraria.

- cremazione indirecta; este ritual presuponía en cambio la existencia de un lugar, el "ustrinum", donde se encendía la pira para la hoguera fúnebre; una vez quemado el cadáver, los huesos calcinados eran colocados en la tumba. En presencia de una caja de ladrillos, con los huesos podían ser colocadas las cenizas también. Si en cambio los huesos eran puestos en la urna cineraria, eran seleccionados de los restos de la hoguera y, en algunos casos, incluso lavados.

En algunos casos, las urnas con las cenizas de los difuntos eran colocadas en el interior del monumento; los monumentos de Sarsina, en cambio, tenían sólo la función de evidenciar el lugar de entierro y la urna era sepultada bajo tierra, a veces en bloques de arenisca (veáse ejemplares al lado del mausoleo de Petus).

Muy importante en el ritual del entierro, era también la disposición del ajuar en la fosa.

Entre los varios objetos, en su mayoría vajilla, recurrentes eran:monedas, como óbolo para Caronte; un candil para iluminar el viaje hacia el más-allá; frascos de vidrio para los ungüentos. El difunto, además, llevaba consigo, ya desde el ritual del entierro, objetos más personales.

En la necrópolis de Pian di Bezzo, donde las cremaciones representan el 89% de las sepulturas, las excavaciones de los años Ochenta han permitido reconocer algunas prácticas fúnebres efectuadas durante y después del entierro (funus) en proximidad de las tumbas. De hecho, en el suelo, han sido individuados numerosas concentraciones de materiales que se quedaron después de los rituales oficiados por los parientes del difunto: banquete fúnebre (silicernium), donativos, libaciones colectivas, actos purificadores (profusiones).Restos de comida, vajilla y candiles han sido hallados en torno a las fosas.

 


LAS DIVINIDADES ORIENTALES

El culto de las divinidiades orientales se difundió en el mundo romano sobre todo durante el siglo II d.C. Estas nuevas religiones se difundieron localmente durante la plena edad imperial, gracias también a los influjos culturales procedentes de la ciudad portual de Ravena.
Estos nuevos cultos eran muy importantes de un punto de vista económico también. Además, si se considera la peculiaridad de los rituales durante los cuales los sacerdotes entraban en una especie de trance, se puede suponer que el ambiente y la vida en Sarsina tuvieran una connotación muy peculiar con respecto de los otros pueblos.
En Sarsina el nuevo culto estaba representado significativamente por 6 divinidades: dos pertenecientes al ciclo frigio y cuatro al ciclo egipcio. Las estatuas presentes en esta sala fueron construidas en Roma o en área oriental (véase las letras del alfabeto griego que numeran los bloques de piedra de la estatua de Serapide). Estas estatuas fueron recuperadas entre 1923 y 1927 en la parte occidental de la ciudad, durante las obras de construcción del hospital (ahora residencia de ancianos) en via Barocci.
Probablemente, justo en esa zona estaba ubicado el lugar de culto. De hecho, los arqueólogos han hallado pilares, pavimentos en mármol, muros, capiteles corintios y partes de columnas. Las estatuas, desgraciadamente, han sido recuperadas en fragmentos. Probablemente, con la llegada del Cristianismo, fueron destruidas a mazazos.

Sin embargo, no obstante la fragmentación, podemos reconocer a Cibele, la gran madre de los hombres y los animales, a Attis, el joven pastor con el típico gorro frigio (enamorado de Cibele) y Serapide (Plutón) con el perro Cerbero.
Más difícil es la identificación cierta de las demás estatuas: Arpocrate, Mitra y Anubis (divinidad egipcia con cabeza de perro).

 


LAS MURALLAS (panel 13 sala VII)

Las murallas eran los primeros elementos que, juntos a las calles y al alcantarillado, connotaban el área de la ciudad, regularizaban el perímetro y evidenciaban su extensión. Las murallas tenían una doble función: de defensa y como signo de la toma del lugar, a través de la definición del límite sagrado e inviolable del pomerium (el confín sagrado de la ciudad).

Algunas inscripciones nos dicen que en Sarsina, en la primera mitad del I siglo a.C., los máximos magistrados del municipio mandaron la construcción de partes del cercado, de casi 1000 piés de largo (poco menos de 300 m.),

Las murallas tenían forma casi trapezoidal, estaban realizadas en bloques cuadrados de arenisca y los lados medían 200X400 metros.

Las inscripciones en la pared mencionan la construcción de un murus, la presencia de turres y portae con valvae (batientes), indicio de un proyecto unitario y complejo.

Las murallas fueron construidas no sólo por una razón defensiva sino también para adornar la ciudad: la posición de Sarsina en terrazas paralelas al valle daba al conjunto un fuerte valor escenográfico.

Desgraciadamente, no conservamos el nombre del architectus pero ha llegado hasta nuestros dias el nombre del magistrado que mandó la construcción de la obra: Cesellius.

Algunas partes del cercado romano aún sobreviven en el lado oriental, en via Matteotti, bajo las murallas de edad medieval "I Torricini", y en el Parco delle Rimembranze, mientras que la base de una torre se encuentra en via Guerrin Capello, debajo de la así-llamada "casa de Plauto".
En este edificio, aunque haya sido ampliamente retocado en época medieval, se puede todavía ver las bases de una torre (7,50 X 8,70 m.de lado) con murallas de más de 1 m. de espesor.

Incierto es el trazado de las murallas en la zona occidental y septentrional de la ciudad. Por lo que concierne los numerosos restos de murallas en la colina de Calbano, desgraciadamente no se puede establecer por cierto si se trata efectivamente de una estructura de defensa de época romana.

 

 

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Última actualización: 02-11-2006